Una gloriosa mañana de un inedito abril, entre soleados campos de manzanos rojos y rosas silvestres al carmín, precipitó una extraordinaria nevada que cubrió el panorama visual con un sabor medio nata, medio fresa. Al vasco lugar, un artista lugareño con la sangre primaveralmente alterada, acudió presto para prendarse mentalmente del maravilloso contraste natural rojiblanco y poder utilizarlo a posteriori, como musa filtrada por su maravillosa percepción de creativo art nouveau, en ardides de diseño textil, trasladando, ese producto propiamente reflexivo cual bandera alegórica del fútbol chic pop, hasta el cumplimiento de un trabajo demandado, alegre pero arrinconado, que yacía en la mesa de su experimental despacho desde una visita anteproyecto de directivos del Athletic club de Bilbao... Me gustaría pensar que así fue parida la camiseta "kétchup" del Atlhetic, pero en realidad, no era ni siquiera por la mañana, era por la noche, el artista había sufrido un día de estrés inhumano que había estado intentando calmar con excesos de alcohol, lo cual hizo que su inicial pequeño sufrimiento en silencio, desembocara en un ataque de hemorroides palpitantes del tamaño de monedas de dos euros y unos picores extremos que convirtieron el día, en una interminable desazón de rasca y sigue buscando. El creativo se moría de ganas por ponerse el traje de los sueños y meterse en la cama, cuando una llamada telefónica interrumpió sus prisas por finiquitar la jornada... eran directivos del Athletic que le llamaron a deshoras para meterle prisa por el asunto del pedido de una camiseta genial para el club. El pintor, colgó el móvil de las pesambres maldiciendo "¡este día nunca acabará, putabizitza!" y prosiguió con el ritual pijamero cabreado por la vida y su difícil transcurrir. Se desprendió con ira de los zapatos, la camisa voló hasta donde la fuerza de la crispación pudo llevarla y el pantalón, casi arrancado, choco bruscamente con la pared de enfrente. Sin embargo, al retirar su blanca muda, un dolor de despego recorrió todo su cuerpo y comprendió, que aquello de la descarnada picacera no resultaría en vano y pasaría a ser un tema que debería abordarse con finura y delicadeza, al margen de los alterantes gajes del oficio, pues las consecuencias, estaban a flor de piel en tándem con el algodón. Poniendo dedo índice y pulgar derecho en el extremo de la pata diestra del albino calzón y haciendo simétrica captura con la parte izquierda de la prenda, deslizó sobre sus piernas ese ultimo eslabón del vestir, mientras las hemorroidales costrillas llovían al suelo como céntimos al cambio de las monedas de dos euros. Así, concluida esta última misión, el artista se sentó en la cama absorto unos minutos mirando fijamente aquella prenda que en medio del frío suelo, parecía tener un sabor rojiblanco, medio nata, medio fresa... ¡Así nació la idea! ¡oh si!.
La original camisa se retiró, con un solo uso y en un partido amistoso, pero no se retiró por no ser de buen gusto, o porque a los aficionados no les satisficiera y quisieran lapidar al padre de la criatura o porque pareciera una equipación diseñada bajo efectos del virus "T", para el equipo de fútbol de la corporación Umbrella, en una hipotética última entrega de Resident Evil, no no no no, si no, por que el diseño original venia con leggins verdes, chanclas de bison y unos madroños con cascabeles por muñequeras, y al no sentirse respetado el artista en todo su conjunto, retiró todas las camisetas como escarmiento al populacho.
Año de la paranoia creativa: Primavera de 2004. Equipo: Athletic Club de Bilbao.
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